Aunque el pueblo se quede vacío, el campo seco y yermo, percibo belleza. Sus calles mantienen el encanto que produce la mezcla de piedra y cielo. Y sus grises, ocres y marrones, paleta armónica, transmiten el rigor de la época. Todo en su conjunto desprende autenticidad.
Desde el barranco, al anochecer. |
Los chopos sin hojas |
El campo a la espera de nuevos cultivos. |
Que bien se ven las piedras de la Noria |